Cada paciente es único, son únicas sus experiencias y las vivencias de las mismas; este, es el punto de partida de la terapia. Por ello no hay que dar nada por sentado, sino adentrararse en su mundo para entenderlo. A la hora de abordar el problema escojo las herramientas que pueden ir mejor a cada paciente para que la teoría se amolde a él y no al revés.
He sido bailarina y podría decirse que entiendo la psicología desde un enfoque parecido: encontrar el arte y la belleza a través de la técnica. Por ello, creo en una psicología basada en métodos respaldados por los estudios científicos pero que crea la terapia y la solución de la mano del paciente
Todas mis terapias empiezan con la misma pregunta: ¿Qué buscas al venir aquí? Hay personas que buscan entenderse mejor a si mismos, acompañamiento en un momento difícil, un diagnóstico, estrategias concretas o un espacio para la reflexión y el cambio. De la necesidad del paciente surge el plan y acuerdo terapéutico. Estos se someten a reevaluación cotinua para abarcar todos los pasos dados en sesión.
Los motivos de consulta que trato con más frecuencia son la depresión, la ansiedad, los problemas de autoestima, los problemas de pareja y las adicciones.
Igualmente, el tabú de ir al psicólogo se ha ido rompiendo por el que hay veces en las cuales simplemente acuden personas que necesitan un cambio en su vida y buscan en alguien que los ayude a realizarlo: esta es mi vocación.
A veces lo difícil no es entenderse, sinó hacerse las preguntas correctas. Te invito a empezar por estas tres.
¿Qué es para ti estar bien?
Esta parece una pregunta bastante sencilla, pero tiene su complejidad. Mucha gente acude a la consulta sabiendo definir qué es estar mal, puesto que eso es lo que está viviendo en ese momento. Saben dónde están y por tanto dónde no quieren estar. Sin embargo muy poca gente se ha parado a definir lo que es para ellos estar bien. Esto es muy importante ya que para poder trazar el camino desde tu malestar hasta tu bienestar, tienes que saber que es para tí en concreto estar bien, donde está ese lugar.
¿Qué idioma habla tu malestar?
Esta es otra pregunta que te invito a que te formules. Es muy interesante ver qué cosas suceden para que nos demos cuenta de que no estamos bien. El idioma de nuestro malestar. A veces notamos un malestar en nuestro cuerpo, otras sucede al tomar consciencia de la importancia de algo, viéndonos con reacciones poco conocidas en nosotros o ayudado del entorno.
Escucharse a uno mismo no siempre es fácil, te invito a que empieces encontrando la forma que tienes tu mismo de avisarte de que algo va mal. La próxima vez que te veas avisándote en ese idioma, te des tu espacio para traducir ese mensaje, reflexionarlo y actuar. De la misma manera, puede ser interesante preguntarle a tu entorno cuando notan que estás mal.
¿Se camufla tu malestar?
Cuando no quieres sufrir, ¿se camufla tu malestar? Tal vez te evades de la situación, la pospones, te autoconvences de que no estás tan mal, te distraes, lo tapas con otras cosas más efímeras. Pero tiempo más tarde esta sensación vuelve todavía con más fuerza. Si conoces cómo te engañas a ti mismo cuando no quieres sufrir, la trampa que haces a tus emociones vas a saber como plantarte ante ese engaño y podrás actuar.
Estar ahora mismo leyendo esto ya es por si mismo un ejercicio de acción. Sea lo que sea que te ha traído aquí, úsalo.
Si quieres seguir reflexionando sobre las distintas problemáticas te invito a que visites las siguientes páginas para ubicar tu posible malestar. Aunque al fin y al cabo «No se tratan trastornos, sino personas que sufren«, Rebeca Espasa